Es una enfermedad que ocurre cuando usted tiene una carencia grave de vitamina C (ácido ascórbico) en la alimentación.
Las características de la enfermedad consisten en pápulas perifoliculares hiperqueratósicas en las que los pelos se fragmentan y caen; hemorragias perifoliculares; púrpura que se inicia en la parte posterior de las extremidades inferiores y acaba confluyendo y formando equimosis; hemorragias en los músculos de los brazos y las piernas con flebotrombosis secundarias; hemorragias intraarticulares; hemorragias en astilla en los lechos ungueales; afectación de las encías, sobre todo en personas con dientes que comprenden hinchazón, friabilidad, hemorragias, infecciones secundarias y aflojamiento de los dientes; mala cicatrización de las heridas y reapertura de las recientemente cicatrizadas; hemorragias petequiales en las vísceras; y alteraciones emocionales. Pueden aparecer síntomas similares a los del síndrome de Sjögren. En estados terminales son frecuentes la ictericia, el edema y la fiebre, y pueden producirse súbitamente convulsiones, shock y muerte. La enfermedad se cura solamente comiendo fruta en buen estado.
Las dosis habituales de vitamina C en los adultos es de 100 mg tres a
cinco veces al día por vía oral hasta que se hayan administrado 4
gramos, siguiendo después con 100 mg/día. En los lactantes y niños
pequeños, la posología
adecuada es de 10 a 25 mg tres veces al día. A la vez se establece una
dieta rica en vitamina C. Las hemorragias espontáneas suelen cesar en 24
horas, los dolores musculares y óseos ceden con rapidez, y las encías
comienzan a curar en dos a tres días. Incluso los grandes hematomas o
equimosis regresan en diez a doce días, aunque las alteraciones
pigmentarias en las zonas de grandes hemorragias pueden persistir
durante meses. .
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